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"Ense�en a los hombres a utilizar La Gran Invocaci�n para que llegue a ser una plegaria mundial, 

y para enfocar la demanda invocadora de la humanidad."  Maestro Tibetano

 

 

 

El Significado de La Gran Invocaci�n

 

 

La belleza y la fuerza de esta Invocaci�n reside en su sencillez y en que expresa ciertas verdades esenciales, que todos los hombres aceptan innata y normalmente: la verdad de la existencia de una inteligencia b�sica a la que vagamente damos el nombre de Dios; la verdad de que detr�s de todas las apariencias externas, el Amor, es el poder motivador del Universo; la verdad de que vino a la Tierra una gran Individualidad, llamada Cristo por los cristianos, que encarn� ese amor para que pudi�ramos comprenderlo; la verdad de que el amor y la inteligencia  son ambos efectos de la Voluntad de Dios; y finalmente la verdad eminente de que el Plan divino s�lo puede desarrollarse a trav�s de la humanidad misma.

 

Toda la Invocaci�n se refiere a ese inminente, influyente y revelador dep�sito de energ�a, causa inmediata de todos los acontecimientos sobre la Tierra, que indican el surgimiento de algo nuevo y mejor; estos acontecimientos demuestran el avance de la conciencia humana hacia una mayor luz.

 

Por lo general el llamado invocador ha sido hasta ahora de naturaleza ego�sta y formulado moment�neamente. Los hombres oraron para s� mismos; invocaron la ayuda divina para quienes ellos amaron, y dieron a sus necesidades fundamentales una interpretaci�n material. Esta Invocaci�n es una plegaria mundial, no contiene ninguna demanda personal ni anhelo invocador transitorio; expresa la necesidad de la humanidad y supera todas las dificultades, dudas e interrogantes, llegando directamente a la Mente y al Coraz�n de Aquel en Quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser; Aquel que permanecer� con nosotros hasta el fin de los tiempos y �hasta que el �ltimo cansado peregrino haya encontrado su camino al hogar�.

Desde el punto de Luz en la Mente de Dios.
Que afluya luz a las mentes de los hombres.
Que la Luz descienda a la Tierra.

Las primeras tres l�neas se refieren a la Mente de Dios como punto focal para obtener luz divina. Esto concierne al alma de todas las cosas. El t�rmino alma con su m�ximo atributo de iluminaci�n, incluye al alma humana y a ese culminante que consideramos como el alma �influyente� de la humanidad, que aporta luz y difunde la iluminaci�n. Es necesario tener presente que la luz es energ�a activa.

 

Cuando invocamos la Mente de Dios y decimos Que afluya luz a las mentes de los hombres, que la Luz descienda a la Tierra�, expresamos una de las grandes necesidades de la humanidad y, si la invocaci�n y la plegaria encierran alg�n significado, la respuesta vendr� con toda seguridad y certeza. Cuando los pueblos en todo momento, en todas las circunstancias y en todas las �pocas, sienten la necesidad de implorar a un Centro espiritual invisible, podemos tener la plena seguridad de que dicho centro existe. La invocaci�n es tan antigua como la humanidad misma.

 

Cristo dijo que los hombres �prefieren la oscuridad a la luz, porque sus obras son malas�. Sin embargo, la gran belleza emergiendo actualmente, reside en que la luz llega a todo lugar oscuro, y nada de lo que est� oculto quedar� sin revelar. Los pueblos reconocen la oscuridad y la miseria actuales, y por consiguiente dan la bienvenida a la luz. Una de las mayores necesidades hoy en d�a consiste en iluminar las mentes humanas a fin de que vean las cosas tal cual son y comprendan los correctos m�viles y la forma de establecer rectas relaciones humanas. En la luz que trae la iluminaci�n, eventualmente veremos la luz y llegar� el d�a en que millares de los hijos de los hombres e innumerables grupos, podr�n decir con Hermes y con Cristo: �Yo soy (o somos) la luz del mundo�.

Desde el punto de Amor en el Coraz�n de Dios,
Que afluya amor a los corazones de los hombres,
Que Cristo retorne a la Tierra.

Las tres l�neas de la segunda estrofa conciernen al Coraz�n de Dios y se refieren al punto focal de amor. El �coraz�n� del mundo manifestado en la Jerarqu�a espiritual: ese gran talento que transmite amor a todas las formas de la manifestaci�n divina.

 

Amor es una energ�a que debe llegar a los corazones de los hombres fecundar a la humanidad con la cualidad de la comprensi�n amorosa; cuando el amor y la inteligencia se unen, se dice que expresa eso.

 

Cuando los disc�pulos est�n activos y sean reconocidos por Cristo, llegar� el momento en que nuevamente �l podr� caminar abiertamente entre los hombres; podr� ser reconocido p�blicamente y realizar as� Su tarea en los niveles externos e internos de la vida. Al despedirse de Sus disc�pulos, Cristo les dijo: �Estar� siempre con vosotros, a�n hasta el fin de la era�.

Cuando Cristo venga, florecer� activamente la conciencia cr�stica, una enorme reacci�n contra la potencia del odio. El odio, la separatividad y la exclusi�n, ser�n considerados como el �nico pecado, pues se reconocer� que los denominados pecados derivan del odio o de su consecuencia, la conciencia antisocial. Segundo, innumerables hombres y mujeres de todos los pa�ses, se unir�n en grupos para promover la buena voluntad y establecer rectas relaciones humanas. Su n�mero ser� tan grande que de una minor�a peque�a y relativamente poco importante, se transformar� en la m�s grande e influyente fuerza del mundo.

Desde el centro donde la Voluntad de Dios es conocida,
Que el prop�sito gu�e a las peque�as voluntades de los hombres,
El prop�sito que los Maestros conocen y sirven.

En las tres l�neas de la tercera estrofa tenemos una plegaria para que la voluntad humana pueda estar de acuerdo con la voluntad divina, aunque no sea comprendida. Estas tres l�neas indican que la humanidad no puede captar todav�a el prop�sito de Dios, ese aspecto de la voluntad divina que busca inmediata expresi�n en la tierra.

 

Debido a que el prop�sito de la Voluntad de Dios trata de ejercer influencia sobre la voluntad humana, indudablemente se expresa en t�rminos humanos de buena voluntad y viviente determinaci�n o firme intenci�n de establecer rectas relaciones humanas.

 

La voluntad divina, tal como esencialmente es, sigue siendo el gran misterio. A�n Cristo Mismo luch� con el problema de la voluntad divina, y se dirigi� al Padre en el preciso momento que comprendi�, por primera vez la extensi�n y complejidad de Su misi�n como Salvador del mundo. Entonces exclamo: �Padre, no mi voluntad, sino la tuya sea hecha�. Estas palabras significaron el abandono de los medios por los cuales �l trataba de salvar a la humanidad. Le se�alaron lo que pudo aparecer en esos momentos un aparente fracaso, y que Su misi�n no fuera cumplida. Ha esperado casi dos mil a�os para llevar a la fructificaci�n esa misi�n. El no puede proseguir con Su misi�n asignada sin la acci�n rec�proca de la humanidad.

 

Esta invocaci�n es, peculiar y esencialmente, el propio M�ntram de Cristo que, al ser pronunciado por �l y utilizado por la Jerarqu�a espiritual,  su �sonido se ha difundido� por el mundo. Sus palabras deben ser difundidas ahora en todo el mundo, mediante su pronunciaci�n por los hombres de todas partes, y su significado debe ser expresado por las masas a su debido tiempo. Entonces Cristo podr� �descender a la Tierra� nuevamente y �ver los afanes de Su Alma y quedar satisfecho�.

Desde el centro que llamamos la raza de los hombres.
Que se realice el Plan de Amor y de Luz
Y selle la puerta donde se halla el mal.

En las tres l�neas de la cuarta estrofa se invocan los tres aspectos o potencias de la Mente, el Amor y la Voluntad, indicando que todos estos poderes se han anclado en la humanidad misma, en �el centro que llamamos la raza de los hombres�. S�lo en �l pueden expresarse, en tiempo y espacio, las tres cualidades divinas y hallar su realizaci�n; s�lo en �l puede nacer verdaderamente el amor, actuar correctamente la inteligencia y la Voluntad de Dios demostrar su efectiva voluntad al  bien. Por medio de la humanidad, sola y sin ayuda (excepto la que brinda el esp�ritu divino en cada ser humano), puede ser sellada �la puerta donde se halla el mal�.

 

La �ltima l�nea de la cuarta estrofa quiz�s necesite una explicaci�n. Es una manera simb�lica de expresar la idea de hacer inactivos e ineficaces los malos prop�sitos. No existe un lugar especial donde reside el mal; el libro de Revelaciones (Apocalipsis) del Nuevo Testamento habla del mal, de la destrucci�n del demonio y hacer impotente a Satan�s.

 

La humanidad mantiene abierta �la puerta donde se halla el mal� por sus deseos ego�stas, odio y separatividad, por su codicia y sus barreras raciales y nacionales, por sus bajas ambiciones personales y por su afici�n al poder y a la crueldad. A medida que la buena voluntad y la luz afluyan a las mentes y corazones de los hombres las malas cualidades y energ�as dirigidas que mantienen abierta la puerta del mal, ceder�n su lugar al anhelo de establecer rectas relaciones humanas, a la determinaci�n de crear un mundo mejor y m�s pac�fico y a la expresi�n mundial de la voluntad al bien. A medida que estas cualidades superan las viejas e indeseables, la puerta donde se halla el mal, lenta y simb�licamente, se cerrar� por el simple peso de la opini�n p�blica y el correcto deseo humano. Nada podr� evitarlo.

 

As� se restaurar� el Plan original sobre la Tierra. Simult�neamente, se abrir� ante la humanidad, la puerta al mundo de la realidad espiritual y se cerrar� aquella donde se halla el mal. As�, mediante �el centro que llamamos la raza de los hombres�, el Plan de Amor y de Luz se restablecer� y asestar� el golpe mortal al mal, al ego�smo y a la separatividad sell�ndolo en la tumba de la muerte para siempre; as� tambi�n el prop�sito del Todo Creador ser� cumplido.

Que la Luz, el Amor y el Poder restablezcan el Plan en la Tierra.

Es evidente que las tres primeras estrofas o vers�culos invocan, demandan o apelan a los tres aspectos universalmente reconocidos de la vida divina: la mente de Dios, el amor de Dios y la voluntad o prop�sito de Dios; la cuarta estrofa se�ala la relaci�n de la humanidad con estas tres energ�as de inteligencia, amor y voluntad, y la profunda responsabilidad de la raza humana de realizar la difusi�n del amor y la luz sobre la Tierra a fin de restaurar el Plan. Este Plan, exhorta a la Humanidad a manifestar Amor e insta a los hombres a dejar brillar su luz�. Luego viene la solemne y final demanda de que este �plan de Amor y Luz�, desarroll�ndose a trav�s de la humanidad, pueda �sellar la puerta donde se halla el mal�.

 

La �ltima l�nea contiene la idea de la restauraci�n, e indica la t�cnica para el futuro; que llegar� el d�a en que la idea original de Dios y Su intenci�n inicial ya no ser�n frustrados por el libre albedr�o y la maldad humanos: materialismo y ego�smo puros, entonces debido a los cambios producidos en los corazones y metas de la humanidad, el prop�sito divino ser� cumplido.

Extractado del folleto de Buena Voluntad Mundial: "La Gran Invocaci�n - Su uso y significado".

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

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que conoc�an estas cosas y no hicieron nada ni se esforzaron por hacerlo. Tampoco permitan
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Maestro Djhal Khul