"El
reinado del temor a la muerte casi ha terminado, y entraremos pronto en un
periodo de conocimiento y seguridad, que socavará la base de todos
nuestros temores. Respecto al temor a la muerte, poco puede hacerse,
excepto elevar el tema a un nivel más científico y –en este sentido
científico– enseñar a las personas a morir. Existe una técnica de morir,
así como existe una de vivir, pero se ha perdido en gran parte en
Occidente y casi en Oriente, excepto en algunas agrupaciones de Oriente
formadas por Conocedores. Quizá consideremos esto más adelante, y la idea
de encarar este tema puede permanecer en la mente de los estudiantes que
lo leen, y probablemente al estudiar, leer y pensar, quizás obtengan
material de interés para ser recopilado y publicado”,
dijo El Tibetano en
Tratado sobre Magia Blanca. En función de esta sugerencia dos estudiantes de la Sabiduría Arcana compilaron este libro.
Es a
través de catorce proposiciones iniciales, desarrolladas luego en sendos
capítulos, que se elucida este acontecimiento inherente a la naturaleza de
la forma. El temor a la muerte no es más que la identificación con la
forma, la conciencia del Alma es un eterno presente, es desde esta
perspectiva desde donde podemos encarar la muerte, como una aventura para
la cual debemos prepararnos. Desde donde podemos afirmar: "Resurrección es
la nota clave de la naturaleza, pero no la muerte. La muerte es la
antecámara de la resurrección."
Publicado por: Editorial Fundación Lucis - Buenos Aires
- Argentina
Nuestro presente ciclo es el fin de la era; los próximos doscientos años
verán la abolición de la muerte, tal como ahora comprendemos esa gran
transición, y el establecimiento de la realidad de la existencia del
alma.
Parte II
Nuestras ideas sobre la muerte han sido erróneas. Hemos considerado a la
muerte como terrible final, pero en realidad es la gran evasión, la
entrada en una más plena actividad, y la liberación de la vida desde el
vehículo cristalizado y la
forma
inadecuada.
Parte III
¿Por qué no aceptan la Transición? Aprendan a glorificarse en la
experiencia que otorga el don de la sabia edad avanzada, y estén a la
expectativa de la Gran Aventura que los enfrenta. En sus momentos más
elevados saben que esa Transición significa la realización, sin verse
limitados por el plano físico.
Parte IV
La enfermedad y la muerte son condiciones esencialmente inherentes a la
sustancia, y así como el hombre se identifica con el aspecto forma, así
también será condicionado por la Ley de Disolución. Esta ley,
fundamental y natural, rige la vida de la forma en todos los reinos de
la naturaleza.
Parte V
Existe una técnica de morir, así como existe una de vivir...
Parte VI
(Las personas) no relacionan la muerte con el sueño. Después de todo, la
muerte es sólo un intervalo más extenso en la vida de acción en el plano
físico; nos vamos “al exterior” por un periodo más largo.
Parte VII
La
muerte puede ser mejor considerada como la experiencia que nos libera de
la ilusión de la forma...
Parte VIII
la muerte es sólo un intervalo en una vida de progresiva acumulación de
experiencia...,
indica una transición definida de un estado de conciencia a otro.
Parte IX
La muerte llega al individuo, en el sentido común del término, cuando
desaparece del cuerpo físico la voluntad de vivir y es reemplazada por
la voluntad de abstracción. A esto lo denominamos muerte.
Parte X
A medida que la humanidad va siendo consciente del alma...,
la muerte será considerada como un proceso “por mandato”, llevado a cabo
con plena conciencia y comprensión del propósito cíclico.
Parte XI
El Trabajo de Restitución...
El Arte de Eliminación...
Los Procesos de Integración... Estos tres procesos constituyen la
muerte.
Parte XII
La muerte es un acto de la intuición, transmitido por el alma a la
personalidad y que luego, de acuerdo con la voluntad divina, lo lleva a
cabo la voluntad individual.
Parte XIII
Entonces es emitida una Palabra. El descendente punto de luz asciende,
respondiendo a la apenas perceptible nota de llamada, atraído a su
fuente de donde emanó. A esto el hombre le llama muerte y el alma le
llama vida.
Parte XIV
Resurrección es la nota clave de la naturaleza, pero no la muerte. La
muerte es la antecámara de la Resurrección.
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Parte XIII
El momento de la muerte
Quisiera que imaginaran (simbólicamente) a un hombre en plena
encarnación, arraigado en su faz de experiencia, y a un hombre
que se retira de esa experiencia. Significa la repetición, en
pequeña escala, del gran proceso planetario de involución y
evolución; concierne a esas actividades que producen un enfoque
o polarización en cualquiera de las dos direcciones; se asemeja
a lo que podría considerarse un proceso de verter vida y luz en
un recipiente, en el plano físico, y a la intensificación de la
radiación de esa vida y luz, de índole tan potente que, debido
al poder evocador del alma, ambas son retiradas y acumuladas en
el centro de vida y luz del que originalmente provinieron. He
dado (si pudieran reconocerlo) una definición de la iniciación,
pero con una fraseología fuera de lo común. Quizás algunas
líneas extraídas de El Manual de la Muerte, que existe en
los archivos jerárquicos, podrían explicar y ayudar a adquirir
una nueva perspectiva acerca de la muerte. Este manual contiene
lo que se denomina "fórmulas que preceden al Pralaya", las
cuales tratan de todos los procesos de la muerte o abstracción,
abarcando la muerte de todas las formas, ya sea la muerte de una
hormiga, de un hombre o de un planeta. Las fórmulas conciernen
únicamente a los dos aspectos de vida y luz, la primera está
condicionada por el Sonido y la segunda por la Palabra. Los
escritos a que me refiero conciernen a la luz
y a la Palabra que la abstrae de la forma o la enfoca en la
forma:
“Ten presente oh chela, que en las esferas conocidas, la luz
sólo responde a la PALABRA. Sabe que esta luz desciende y se
concentra; sabe que desde su punto de enfoque escogido ilumina
su propia esfera; sabe también que la luz asciende y deja en la
oscuridad aquello que, en tiempo y espacio, ha iluminado. A este
descenso y ascenso los hombres le llaman vida, existencia y
muerte; a esto Nosotros, que hollamos el Camino Iluminado, le
llamamos muerte, experiencia y vida.
La luz que desciende se anda en el plano de la apariencia
temporaria. Extiende siete hilos, y siete rayos de luz pulsan a
lo largo de estos hilos. De allí son irradiados veintiún hilos
menores, haciendo que los cuarenta y nueve fuegos fulguren y
ardan. En el plano de la vida manifestada surge la palabra: He
aquí, ha nacido un hombre.
A medida que la vida prosigue, aparece la cualidad de la luz;
puede ser tenue y brumosa, o radiante, clara y brillante. Así
los puntos de luz dentro de la Llama pasan y repasan, vienen y
van. A esto los hombres lo denominan vida, la verdadera
existencia. Así se engañan ellos mismos, sin embargo cumplen el
propósito de sus almas y se adaptan al Plan mayor.
Entonces es emitida una Palabra. El descendente y radiante punto
de luz asciende, respondiendo a la apenas perceptible nota de
llamada, atraído a su fuente de donde emanó. A esto el hombre le
llama muerte y el alma le llama vida.
La Palabra retiene la luz en la vida; la Palabra abstrae la luz
y sólo queda Ese que es la Palabra misma. Esa Palabra es Luz.
Esa Luz es Vida, y Vida es Dios”.
La manifestación del cuerpo etérico, en tiempo y espacio,
contiene en sí lo que ha sido esotéricamente llamado “los dos
momentos brillantes”. Tenemos, primero, el momento previo a la
encarnación física, cuando la luz descendente (trayendo vida) se
enfoca con toda su intensidad alrededor del cuerpo físico y
establece una relación con la luz, innata en la materia misma,
que existe en cada átomo de sustancia. Esta luz enfocada se
concentra en siete zonas de su círculo infranqueable, creando
así siete centros mayores que controlarán su expresión y
existencia en el plano externo, esotéricamente hablando. Es un
momento de gran esplendor, transformándose casi en un punto de
luz palpitante convertido en una llama, y como si dentro de esa
llama los siete puntos de intensificada luz adquirieran forma.
Este elevado punto en la experiencia de la venida a la
encarnación tiene lugar, durante un breve período antes del
nacimiento físico. Ello determina la hora del nacimiento. La
siguiente fase del proceso, tal como la ve el clarividente, es
la etapa de interpenetración, durante la cual “los siete se
convierten en veintiuno y luego en los muchos”, la sustancia
luz, el aspecto energía del alma, comienza a compenetrar el
cuerpo físico, y se completa el trabajo creador del cuerpo
etérico o vital. El primer reconocimiento de esto en el plano
físico es el “sonido”, proferido por el niño recién nacido,
culminando el proceso. El acto de la creación, por el alma, se
ha completado; una nueva luz brilla en un oscuro lugar.
El segundo momento brillante se produce a la inversa de este
proceso y anuncia el período de restitución y abstracción final,
por parte del alma, de su propia energía intrínseca. La prisión
de la carne es disuelta mediante el retiro de la luz y la vida.
Los cuarenta y nueve fuegos dentro del organismo físico se
apagan; su calor y luz son absorbidos por los veintiún puntos
menores de luz, que a su vez son absorbidos por los siete
centros mayores de energía. Luego es pronunciada la “Palabra de
Retorno” y el aspecto conciencia, la cualidad, la luz y la
energía, del hombre encarnado, son abstraídos del cuerpo etérico.
El principio vida es retirado también del corazón. Le sigue el
brillante surgimiento de una luz eléctrica pura y el “cuerpo de
luz” rompe finalmente todo contacto con el vehículo denso, se
enfoca durante un breve período en el cuerpo vital y luego
desaparece. El acto de restitución se ha realizado. Todo el
proceso de enfoque de los elementos espirituales en el cuerpo
etérico, con la subsiguiente abstracción y la consiguiente
disipación del cuerpo etérico, debería ser grandemente
acelerado, sustituyendo la cremación al entierro.
La comprensión de la muerte por
parte de la mente eliminará el terror a la muerte. Experiencia de
Vicente Beltrán Anglada de lo que sucede exactamente en el momento de la
muerte. Los Ángeles de la Luz Resplandeciente, Ángeles de la Muerte.
Corte del cordón de plata. Amigos y familiares muertos vienen a recibir
al que muere. El Manual de la Muerte. Nacimiento: anclaje de las
energías de un ser en un cuerpo físico. Muerte: retiro de los puntos de
anclaje de energías sobre el cuerpo. Dos caras de una misma moneda. No
hay razón para temer a la muerte. La Muerte es Vida.
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Después de la Muerte
Liberación del Alma. Rotura del
cordón plateado. Recapitulación de hechos. Examen de conciencia. Entrada
en el Devachán. Ángeles del silencio.Memorización en los átomos
permanentes. Recapitulación física, emocional y mental. Tres días
sagrados y puntos de crisis. Personas ya fallecidas que vienen a ayudar.
La barca de Caronte. La atención nos guía. Importancia de la misma
durante la vida. Morir cada día para pasar con bien este proceso.
Abriendo espacios de
servicio para hombres y mujeres inteligentes y de buena voluntad
"Que la Humanidad constituya vuestro campo de servicio y
pueda decirse de ustedes que, conociendo los hechos
espirituales fueron parte dinámica de los mismos, que no
se diga que conocían estas cosas y no hicieron nada ni
se esforzaron por hacerlo. Tampoco permitanque
el tiempo se deslice cuando
trabajan."