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[ La Muerte, Una Gran Aventura ]
 

 

Alice A. Bailey y el Maestro Tibetano Djwhal Khul

 

 


"El reinado del temor a la muerte casi ha terminado, y entraremos pronto en un periodo de conocimiento y seguridad, que socavar� la base de todos nuestros temores. Respecto al temor a la muerte, poco puede hacerse, excepto elevar el tema a un nivel m�s cient�fico y �en este sentido cient�fico� ense�ar a las personas a morir. Existe una t�cnica de morir, as� como existe una de vivir, pero se ha perdido en gran parte en Occidente y casi en Oriente, excepto en algunas agrupaciones de Oriente formadas por Conocedores. Quiz� consideremos esto m�s adelante, y la idea de encarar este tema puede permanecer en la mente de los estudiantes que lo leen, y probablemente al estudiar, leer y pensar, quiz�s obtengan material de inter�s para ser recopilado y publicado�, dijo El Tibetano en Tratado sobre Magia Blanca. En funci�n de esta sugerencia dos estudiantes de la Sabidur�a Arcana compilaron este libro.

 

Es a trav�s de catorce proposiciones iniciales, desarrolladas luego en sendos cap�tulos, que se elucida este acontecimiento inherente a la naturaleza de la forma. El temor a la muerte no es m�s que la identificaci�n con la forma, la conciencia del Alma es un eterno presente, es desde esta perspectiva desde donde podemos encarar la muerte, como una aventura para la cual debemos prepararnos. Desde donde podemos afirmar: "Resurrecci�n es la nota clave de la naturaleza, pero no la muerte. La muerte es la antec�mara de la resurrecci�n."


 

Publicado por: Editorial Fundaci�n Lucis - Buenos Aires - Argentina

P�ginas: 211

 

 

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�NDICE  DEL  LIBRO


Pr�logo

Parte  I

Nuestro presente ciclo es el fin de la era; los pr�ximos doscientos a�os ver�n la abolici�n de la muerte, tal como ahora comprendemos esa gran transici�n, y el establecimiento de la realidad de la existencia del alma.

Parte  II

Nuestras ideas sobre la muerte han sido err�neas. Hemos considerado a la muerte como terrible final, pero en realidad es la gran evasi�n, la entrada en una m�s plena actividad, y la liberaci�n de la vida desde el veh�culo cristalizado y la forma inadecuada.

Parte  III

�Por qu� no aceptan la Transici�n? Aprendan a glorificarse en la experiencia que otorga el don de la sabia edad avanzada, y est�n a la expectativa de la Gran Aventura que los enfrenta. En sus momentos m�s elevados saben que esa Transici�n significa la realizaci�n, sin verse limitados por el plano f�sico.

Parte  IV

La enfermedad y la muerte son condiciones esencialmente inherentes a la sustancia, y as� como el hombre se identifica con el aspecto forma, as� tambi�n ser� condicionado por la Ley de Disoluci�n. Esta ley, fundamental y natural, rige la vida de la forma en todos los reinos de la naturaleza.

Parte  V

Existe una t�cnica de morir, as� como existe una de vivir...

Parte  VI

(Las personas) no relacionan la muerte con el sue�o. Despu�s de todo, la muerte es s�lo un intervalo m�s extenso en la vida de acci�n en el plano f�sico; nos vamos �al exterior� por un periodo m�s largo.

Parte  VII

La muerte puede ser mejor considerada como la experiencia que nos libera de la ilusi�n de la forma...

Parte  VIII

la muerte es s�lo un intervalo en una vida de progresiva acumulaci�n de experiencia..., indica una transici�n definida de un estado de conciencia a otro.

Parte  IX

La muerte llega al individuo, en el sentido com�n del t�rmino, cuando desaparece del cuerpo f�sico la voluntad de vivir y es reemplazada por la voluntad de abstracci�n. A esto lo denominamos muerte.

Parte  X

A medida que la humanidad va siendo consciente del alma..., la muerte ser� considerada como un proceso �por mandato�, llevado a cabo con plena conciencia y comprensi�n del prop�sito c�clico.

Parte  XI

El Trabajo de Restituci�n... El Arte de Eliminaci�n... Los Procesos de Integraci�n... Estos tres procesos constituyen la muerte.

Parte  XII

La muerte es un acto de la intuici�n, transmitido por el alma a la personalidad y que luego, de acuerdo con la voluntad divina, lo lleva a cabo la voluntad individual.

Parte  XIII

Entonces es emitida una Palabra. El descendente punto de luz asciende, respondiendo a la apenas perceptible nota de llamada, atra�do a su fuente de donde eman�. A esto el hombre le llama muerte y el alma le llama vida.

Parte  XIV

Resurrecci�n es la nota clave de la naturaleza, pero no la muerte. La muerte es la antec�mara de la Resurrecci�n.

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Parte  XIII

El momento de la muerte

Quisiera que imaginaran (simb�licamente) a un hombre en plena encarnaci�n, arraigado en su faz de experiencia, y a un hombre que se retira de esa experiencia. Significa la repetici�n, en peque�a escala, del gran proceso planetario de involuci�n y evoluci�n; concierne a esas actividades que producen un enfoque o polarizaci�n en cualquiera de las dos direcciones; se asemeja a lo que podr�a considerarse un proceso de verter vida y luz en un recipiente, en el plano f�sico, y a la intensificaci�n de la radiaci�n de esa vida y luz, de �ndole tan potente que, debido al poder evocador del alma, ambas son retiradas y acumuladas en el centro de vida y luz del que originalmente provinieron. He dado (si pudieran reconocerlo) una definici�n de la iniciaci�n, pero con una fraseolog�a fuera de lo com�n. Quiz�s algunas l�neas extra�das de El Manual de la Muerte, que existe en los archivos jer�rquicos, podr�an explicar y ayudar a adquirir una nueva perspectiva acerca de la muerte. Este manual contiene lo que se denomina "f�rmulas que preceden al Pralaya", las cuales tratan de todos los procesos de la muerte o abstracci�n, abarcando la muerte de todas las formas, ya sea la muerte de una hormiga, de un hombre o de un planeta. Las f�rmulas conciernen �nicamente a los dos aspectos de vida y luz, la primera est� condicionada por el Sonido y la segunda por la Palabra. Los escritos a que me refiero conciernen a la luz y a la Palabra que la abstrae de la forma o la enfoca en la forma:

�Ten presente oh chela, que en las esferas conoci�das, la luz s�lo responde a la PALABRA. Sabe que esta luz desciende y se concentra; sabe que desde su punto de enfoque escogido ilumina su propia esfera; sabe tambi�n que la luz asciende y deja en la oscuridad aquello que, en tiempo y espacio, ha iluminado. A este descenso y ascenso los hombres le llaman vida, exis�tencia y muerte; a esto Nosotros, que hollamos el Ca�mino Iluminado, le llamamos muerte, experiencia y vida.

La luz que desciende se anda en el plano de la apa�riencia temporaria. Extiende siete hilos, y siete rayos de luz pulsan a lo largo de estos hilos. De all� son irra�diados veinti�n hilos menores, haciendo que los cua�renta y nueve fuegos fulguren y ardan. En el plano de la vida manifestada surge la palabra: He aqu�, ha na�cido un hombre.

A medida que la vida prosigue, aparece la cualidad de la luz; puede ser tenue y brumosa, o radiante, cla�ra y brillante. As� los puntos de luz dentro de la Lla�ma pasan y repasan, vienen y van. A esto los hombres lo denominan vida, la verdadera existencia. As� se en�ga�an ellos mismos, sin embargo cumplen el prop�si�to de sus almas y se adaptan al Plan mayor.

Entonces es emitida una Palabra. El descendente y radiante punto de luz asciende, respondiendo a la ape�nas perceptible nota de llamada, atra�do a su fuente de donde eman�. A esto el hombre le llama muerte y el alma le llama vida.

La Palabra retiene la luz en la vida; la Palabra abs�trae la luz y s�lo queda Ese que es la Palabra misma. Esa Palabra es Luz. Esa Luz es Vida, y Vida es Dios�.

La manifestaci�n del cuerpo et�rico, en tiempo y es�pacio, contiene en s� lo que ha sido esot�ricamente lla�mado �los dos momentos brillantes�. Tenemos, prime�ro, el momento previo a la encarnaci�n f�sica, cuando la luz descendente (trayendo vida) se enfoca con toda su intensidad alrededor del cuerpo f�sico y establece una relaci�n con la luz, innata en la materia misma, que exis�te en cada �tomo de sustancia. Esta luz enfocada se concentra en siete zonas de su c�rculo infranqueable, creando as� siete centros mayores que controlar�n su expresi�n y existencia en el plano externo, esot�ricamen�te hablando. Es un momento de gran esplendor, trans�form�ndose casi en un punto de luz palpitante conver�tido en una llama, y como si dentro de esa llama los siete puntos de intensificada luz adquirieran forma. Es�te elevado punto en la experiencia de la venida a la en�carnaci�n tiene lugar, durante un breve per�odo an�tes del nacimiento f�sico. Ello determina la hora del nacimiento. La siguiente fase del proceso, tal como la ve el clarividente, es la etapa de interpenetraci�n, du�rante la cual �los siete se convierten en veintiuno y luego en los muchos�, la sustancia luz, el aspecto energ�a del alma, comienza a compenetrar el cuerpo f�sico, y se completa el trabajo creador del cuerpo et�rico o vital. El primer reconocimiento de esto en el plano f�sico es el �sonido�, proferido por el ni�o reci�n nacido, culmi�nando el proceso. El acto de la creaci�n, por el alma, se ha completado; una nueva luz brilla en un oscuro lugar.

El segundo momento brillante se produce a la inversa de este proceso y anuncia el per�odo de restituci�n y abstracci�n final, por parte del alma, de su propia ener�g�a intr�nseca. La prisi�n de la carne es disuelta median�te el retiro de la luz y la vida. Los cuarenta y nueve fue�gos dentro del organismo f�sico se apagan; su calor y luz son absorbidos por los veinti�n puntos menores de luz, que a su vez son absorbidos por los siete centros mayores de energ�a. Luego es pronunciada la �Palabra de Retorno� y el aspecto conciencia, la cualidad, la luz y la energ�a, del hombre encarnado, son abstra�dos del cuerpo et�rico. El principio vida es retirado tambi�n del coraz�n. Le sigue el brillante surgimiento de una luz el�ctrica pura y el �cuerpo de luz� rompe finalmente todo contacto con el veh�culo denso, se enfoca durante un breve per�odo en el cuerpo vital y luego desaparece. El acto de restituci�n se ha realizado. Todo el proceso de enfoque de los elementos espirituales en el cuerpo et�rico, con la subsiguiente abstracci�n y la consiguien�te disipaci�n del cuerpo et�rico, deber�a ser grandemen�te acelerado, sustituyendo la cremaci�n al entierro.

Fuente: La Curaci�n Esot�rica, pp. 344/6

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Programas de radio: Sirviendo a la Humanidad

El Momento de la Muerte

 

 

La comprensi�n de la muerte por parte de la mente eliminar� el terror a la muerte. Experiencia de Vicente Beltr�n Anglada de lo que sucede exactamente en el momento de la muerte. Los �ngeles de la Luz Resplandeciente, �ngeles de la Muerte. Corte del cord�n de plata. Amigos y familiares muertos vienen a recibir al que muere. El Manual de la Muerte. Nacimiento: anclaje de las energ�as de un ser en un cuerpo f�sico. Muerte: retiro de los puntos de anclaje de energ�as sobre el cuerpo. Dos caras de una misma moneda. No hay raz�n para temer a la muerte. La Muerte es Vida.


 

 

 

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Despu�s de la Muerte

 

Liberaci�n del Alma. Rotura del cord�n plateado. Recapitulaci�n de hechos. Examen de conciencia. Entrada en el Devach�n. �ngeles del silencio.Memorizaci�n en los �tomos permanentes. Recapitulaci�n f�sica, emocional y mental. Tres d�as sagrados y puntos de crisis. Personas ya fallecidas que vienen a ayudar. La barca de Caronte. La atenci�n nos gu�a. Importancia de la misma durante la vida. Morir cada d�a para pasar con bien este proceso.

 

 

 

 

 

 


 

 

 

Abriendo espacios de servicio para hombres y mujeres inteligentes y de buena voluntad

"Que la Humanidad constituya vuestro campo de servicio y pueda decirse de ustedes que, conociendo los hechos espirituales fueron parte din�mica de los mismos, que no se diga que conoc�an estas cosas y no hicieron nada ni se esforzaron por hacerlo. Tampoco permitan que el tiempo se deslice cuando trabajan."                                            

                                                                                                                              Maestro Tibetano Djwhal Khul