
[
El
�ngel Solar
]
Una Experiencia M�stica
Vicente Beltr�n Anglada
Durante el curso de mi
existencia k�rmica y en orden a la ley del discipulado he debido pasar
-tal como ustedes habr�n podido apreciar a trav�s del curso de estas
narraciones- por grandes
experiencias, de car�cter ps�quico algunas, otras que podemos calificar de
d�vicas o ang�licas y
tambi�n otras de car�cter trascendente y definidamente espirituales,
mediante las cuales me fue
posible establecer contacto con mi Yo superior, el �ngel Solar de mi vida.
En muchos de mis
escritos he hecho referencia a este bendito Ser, Se�or de Compasi�n y de
Sacrificio, cuyas
actividades desde el plano causal del Universo, son las de ayudar a los
seres humanos a liberarse
de sus condicionamientos materiales y elevarse al reino espiritual. El
�ngel Solar es el
intermediario celeste cuya misi�n "voluntariamente aceptada� es permanecer
al lado de los
hombres, desde que adquieren autoconciencia y son dotados de mente hasta
que ascienden a las elevadas cumbres de la cuarta Iniciaci�n.
Las experiencias espirituales
en tomo a este esplendente Ser, alma de los Misterios celestes y
gran intermediario c�smico, suelen ser de car�cter profundamente m�stico y
dif�cilmente
relatables, ya que uno de los principales requisitos que presiden el
contacto consciente del
hombre con su �ngel Solar son la discreci�n y el silencio, cualidades
ambas muy poco
desarrolladas todav�a en el ser humano. Sin embargo, la t�cnica de
contacto de los seres
humanos con este glorioso Iniciado que es el �ngel Solar, es de orden
general y pertenece a
todos los hombres y mujeres inteligentes y de buena voluntad que hayan
decidido realizarla en
sus vidas. No es por tanto un inviolable secreto dicho contacto, pero el
Misterio que rodea a esta
Vida espiritual trascendente, centro de nuestras m�s elevadas
aspiraciones, est� en relaci�n con
ciertos aspectos de la ley del Karma dif�cilmente comprensibles para los
seres humanos.
Ordinariamente, y de acuerdo con las t�cnicas precisas del Raja Yoga, se
crea una l�nea
luminosa de sustancia mental que arranca del cerebro f�sico y culmina en
el plano mental
superior. Las t�cnicas del Raja Yoga en sus m�ltiples vertientes, pueden
ser descritas
gen�ricamente en t�rminos de meditaci�n. El proceso meditativo, desde sus
primeras fases
llamadas de concentraci�n y pasando por las fases intermedias de
discernimiento reflexivo,
culmina en las altas cimas de la contemplaci�n. En este punto de
integridad causal la mente ha
quedado profundamente silenciosa, "enteramente vac�a de s� misma" -tal
como suele describirse
en t�rminos filos�ficos- y es en tal estado que el hombre puede establecer
contacto directo y
consciente con el �ngel Solar.
Nunca he sido una persona de mente meditativa -tal como suele decirse-
sino m�s bien
tendiente a la contemplaci�n, o sea, que empec� a construir la estructura
de mi edificio espiritual
desde arriba, desde los aspectos superiores y no desde sus bases o
cimientos intelectuales. Esta
circunstancia me hab�a preocupado mucho en el pasado, cuando ve�a a mis
compa�eros
condisc�pulos en las distintas Escuelas por las que tuve que pasar,
incluida la Academia militar de
Guerra en la que ingres� por razones propias del karma nacional de Espa�a,
tan f�cilmente
adaptables a los estudios concretos que exig�an una buena memoria y un
alto grado de
concentraci�n, al contrario de m� que deb�a realizar grandes y a veces
penosos esfuerzos para
poder albergar adecuadamente tantos datos y conocimientos dentro de mi
cerebro. Mi mayor
facilidad era "abstraer mi mente" y reducirla voluntariamente al silencio
y esto parec�a constituir
una de las especiales caracter�sticas de mi vida espiritual.
M�s adelante, una vez hube ingresado en el Ashrama, el Maestro me hab�a
tranquilizado con
respecto a este punto, cuando en una conversaci�n particular sostenida con
�l me hab�a dicho:
"...que la meditaci�n perfecta carece de tiempo y de lugar, siendo por el
contrario un proceso de
continuidad de la conciencia dentro del cual el pasado, el presente y el
futuro, o dicho de otra
manera, la concentraci�n; la meditaci�n propiamente dicha y la
contemplaci�n se hallan
plenamente integradas y responden enteramente al Ritmo espiritual del
Pensador, del �ngel Solar
en su propio Plano".
Video sobre el tema
El �ngel Solar del programa de radio "Sirviendo
a la Humanidad"
Por aquel entonces yo ya hab�a logrado establecer algunos contactos
definidos con mi �ngel
Solar en distintas fases de creaci�n del Antakarana... Me fue posible
comprender entonces que si
bien el proceso de la meditaci�n o de contacto con el Yo superior es de
orden general, hab�a
muchas y muy distintas variantes en el desarrollo del mismo, as� como
muchos niveles de
creaci�n del Antakarana, ya que l�gicamente no todos los aspirantes
espirituales se hallan en el
mismo grado de integraci�n y se deben, por tanto, a la ley que regula sus
destinos k�rmicos. As�
pues cuando yo afirmaba anteriormente que mi mente nunca hab�a sido de
tipo meditativo, quiz�s
deber�a haber agregado que mi mente meditaba o se hallaba activa en otro
nivel, siendo �ste de
car�cter contemplativo y viniendo avalada tal condici�n por pasadas
experiencias k�rmicas, dentro
de las cuales hab�a trascendido de una u otra manera los procesos
meditativos que corresponden
a la mente concreta. Sea como sea, debo se�alar que la Presencia del �ngel
Solar en mi vida
siempre fue evidente y pude contactarle en m�s de una ocasi�n antes de que
el Maestro se
dignase admitirme en Su Ashrama. Fue precisamente el Maestro quien me
permiti� ver claro el
proceso de continuidad de conciencia y la ayuda que merced al desarrollo
de la misma pude
recibir del �ngel Solar.
Debo decir al respecto que Su radiante Presencia es tan �ntima que, a
veces, la propia e infinita
familiaridad del contacto la hacen casi irreconocible, ya que es muy
dif�cil que se realice el
fen�meno de "interacci�n" mediante el cual el alma personal reconoce
objetivamente a su �ngel
Solar. Sin embargo, a m� me fue posible realizarlo dos veces y fueron
precisamente estas dos
trascendentes visiones las que me permitieron elegir conscientemente la
trayectoria que me llev�
a las interioridades del Ashrama y a ser consciente del Maestro.
La primera vez que percib� al �ngel Solar me hallaba en meditaci�n y
estaba completamente
absorto en alg�n �rea definida de mi ser. Me encontraba en la peque�a
galer�a de mi casa, era
por la ma�ana temprano y todo a mi alrededor se hallaba en calma. De
pronto sent� una
sensaci�n desconocida dentro de mi ser, como si de cualquier remoto lugar
del espacio externo
una voz muy familiar me llamase por mi nombre, alejando de mi mente todas
las sensaciones
habituales, a�n las del propio silencio. Me sent� impulsado a escuchar con
la m�xima atenci�n
esta Voz tan extra�amente familiar y aparentemente tan lejana. A medida
que lo iba haciendo
sent�a como si todo mi ser se desplazase a velocidades enormes hacia aquel
punto infinito del
espacio del cual part�a el sonido de mi nombre. Perd� por completo la
noci�n de m� mismo y de
improviso me vi enfrente de una Entidad espiritual intensamente
radiante...
Me sonre�a con gran
dulzura y me dec�a algo aparentemente muy importante, pero que yo no
acababa de comprender
aunque trataba de hacerlo. En un momento dado la Luz de Su aura de un
color azul �ndigo
inenarrable adopt� unos tonos intensamente �gneos. Parec�a un ascua viva
de fuego. En aquellos
momentos sent� resonar dentro de mi conciencia y en mi propia lengua
materna, el catal�n, sus
suaves y profundas palabras. Me indicaban un proceso, una resoluci�n y un
camino. No me
se�alaban meta alguna como corolario de la l�nea de esfuerzos que yo
internamente sabia que
ten�a que desarrollar, pero intuitivamente sab�a que al final de mi
Sendero deber�a volver a
encontrarme frente a �l, frente a mi �ngel Solar, el augusto Se�or de mi
destino k�rmico. Despu�s
de esta experiencia de tipo causal mi vida f�sica tuvo una tendencia
irresistible a cambiar. Las
circunstancias futuras tuvieron un car�cter definidamente esot�rico y poco
tiempo despu�s
abandon� Espa�a para ir a trabajar en la Sede Europea de la Escuela
Arcana, establecida en
Ginebra (Suiza).
La segunda vez que pude percibir objetivamente y escuchar las palabras de
mi �ngel fue
precisamente muy poco tiempo antes de regresar a Espa�a. Esta segunda
experiencia de
contacto con el �ngel Solar la realic� en la salita de meditaciones de la
Escuela Arcana. Era un
domingo por la ma�ana y no sabiendo d�nde ir, pues internamente me sent�a
muy triste y abatido,
fui a la Sede de la Escuela Arcana y me encerr� en la peque�a sala de
meditaciones con unas
ansias infinitas de soledad. En esta salita s�lo entr�bamos -y siempre con
fines meditativos- los
miembros responsables del trabajo de la Escuela Arcana que, en aquel
entonces, �ramos Mr.
Gerhard Jansen, Mr. Jan Rijn (ambos de nacionalidad holandesa) y yo.
Cuando me hube sentado, empec� a observar -como si fuese la primera vez
que los viera- todos
los objetos que conten�a aquella salita. Cuatro sillas, para nosotros tres
y una que siempre
estaba aguardando a un posible visitante de las otras dos sedes de la
Escuela Arcana, ubicadas
en Nueva York y en Londres. Enfrente de m� una mesita en forma de altar,
cubierta con un pa�o
blanco de hilo y encima de �ste un talism�n m�gico que el Maestro Tibetano
hab�a entregado a
Alice A. Bailey en la inauguraci�n del centro europeo de la Escuela Arcana
en Ginebra. Seg�n me
explic� Mr. Jansen, cada una de las Sedes ten�a su propio talism�n sagrado
y a trav�s del mismo
era posible mantener subjetivamente la conexi�n con las otras dos Sedes y
constitu�a, adem�s un
centro de enfoque m�stico de las energ�as jer�rquicas, las cuales eran
notablemente apreciables
en el devenir de las Conferencias Internacionales que cada Sede celebraba
anualmente,
coincidiendo con los Festivales de Pascua, de Wesak y de la humanidad
durante el per�odo de las
lunas llenas de Aries, de Tauro y de G�minis.
Contemplaba absorto el s�mbolo de la Nueva Era, un cuadro muy luminoso
colgado de la pared
encima mismo del talism�n... y me sent�a en aquellos momentos tan
profundamente triste que no
pudiendo resistir la tremenda angustia de mi coraz�n, empec� a llorar
amarga y
desconsoladamente. Cuando me hube serenado y parec�a que la calma iba
penetrando en mi
coraz�n, sent� resonar de nuevo en mi interior el inconfundible sonido de
mi nombre pronunciado
desde las regiones causales. La Voz era la misma, incre�blemente familiar
y tan supremamente
querida de mi �ngel Solar, a cuyo m�gico sonido mi coraz�n se abri� de par
en par a las suaves y
profund�simas vibraciones de la luz espiritual.

Otra vez frente a m�, sin destellos �gneos pero envuelto en una aura
indescriptiblemente
radiante de color azul �ndigo, dentro de la cual el espacio y el tiempo
parec�an fundirse,
depar�ndome unos indescriptibles motivos de c�lida esperanza, se hallaba
mi �ngel Solar. Como
en la primera vez que le vi sonre�a y me hablaba con indecible dulzura...
Sent�a resonar sus
palabras dentro de mi coraz�n. Me se�alaban de nuevo la apertura de un
proceso, me infund�an el
fuego de una resoluci�n inviolable y me indicaban las luminosas sendas de
un nuevo Camino.
Comprend� exactamente entonces, utilizando la omniabarcante conciencia de
mi �ngel Solar, el
significado m�stico de las palabras de Cristo: "Yo soy la Verdad, soy el
Camino y soy la Vida", que
todo disc�pulo en el Coraz�n del Maestro tiene el ineludible deber de
confirmar y testimoniar.
Desapareci� luego del campo de mis percepciones, despu�s de un cordial
adem�n de despedida
o de inefable bendici�n.
Unos d�as despu�s de este contacto causal, sent� la apremiante necesidad
de dejar el trabajo
ashr�mico que realizaba en la Escuela Arcana y de regresar a Barcelona, de
la misma manera
que la visi�n primera del �ngel Solar me hab�a abierto las perspectivas
del trabajo espiritual que
me llevaron a Suiza para trabajar en la Sede Europea de esta Escuela
esot�rica.
Todos los seres humanos tienen su propio
�ngel Solar, su Yo superior o
trascendente, el
impulsor de sus motivos espirituales m�s elevados y el supremo Gu�a de sus
destinos k�rmicos.
Est� muy escondido dentro del coraz�n, pero siempre acude cuando el alma
se siente
terriblemente sola o se halla enfrentando grandes dificultades... A veces,
del fondo de esta
indescriptible amargura del alma se eleva inusitadamente un sentimiento
infinito de c�lida dulzura
y f�lgida esperanza. Es la Voz del �ngel Solar, que en tales momentos
dif�ciles y de apremiante
tensi�n, nos env�a Su mensaje luminoso de paz, de serenidad y de �ntimo
consuelo. Quiz�s la
percepci�n del �ngel Solar sea s�lo posible para las almas que realizaron
grandes esfuerzos
espirituales en sus vidas y que Su gloriosa Figura surgiendo raudamente de
los �teres, sea
�nicamente una experiencia realizable en ciertas elevadas cotas de m�stica
integraci�n. Pero, sea
como sea, �l est� siempre aqu� con nosotros, dentro del coraz�n,
profund�simamente atento al
devenir de nuestro destino trascendente como Almas, siempre dispuesto a
intervenir para que
nuestras vidas se ajusten a la Ley que regula el Bien C�smico aqu� en la
Tierra, siendo Su luz
infinita la verdadera esperanza de gloria de la existencia y la fuente
divina de la que emanan
nuestros m�s �ntimos consuelos.... ya que la Ley es justa y todos
participamos de su Justicia.
"Mis Experiencias Espirituales"
|
Vicente Beltr�n Anglada
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El �ngel Solar - Una
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Invocando a los
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La Iniciaci�n
Espiritual de los Seres Humanos
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La Creaci�n y
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Un Tri�ngulo de Poder
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