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[
Yo Soy lo Ilimitado ]

 

Por Ilie Cioara

 

La Luz de la Conciencia que nos llega con las inspiradoras palabras de Ilie Cioara es a la vez iluminadora y transformativa. Nos revela �en poes�a y en prosa� nuestra dimensi�n m�s profunda y nos dice que tenemos capacidad para reconocer nuestra unidad con lo Ilimitado, mientras continuamos participando en las actividades mundanas de nuestra vida cotidiana.

 

"Una mente verdaderamente sana funciona s�lo cuando se la necesita: el resto del tiempo ha de estar en silencio, un silencio, o paz, del que nacen todas las bendiciones, espirituales y f�sicas. En ese instant�neo momento de quietud mental, el ego pierde sus energ�as, as� como su ficticia importancia, mientras el cuerpo f�sico funciona a la perfecci�n, sin el estorbo de los pensamientos ca�ticos y estresantes que fragmentan nuestra energ�a."

 

Yo Soy lo Ilimitado es una "gu�a para el esp�ritu" de la que el lector saborear� cada l�nea, cada verso y cada p�rrafo.


Publicado por: Editorial Sirio

 

 


 

El encuentro con nosotros mismos que quiero describir en este libro es resultado de la experiencia personal, una realidad a la que todo ser humano tiene acceso.

La Atenci�n l�cida y omn�moda es el �nico instrumento que utilizamos para encontrarnos con las reacciones mec�nicas de la mente. Conviene puntualizar que no se trata de una atenci�n dirigida por la voluntad, a fin de cumplir un determinado prop�sito o alcanzar una meta, sino de una Atenci�n que sobreviene espont�neamente, por s� misma, cuando un ruido o un pensamiento, una imagen, un deseo o un miedo aparecen en la superficie de la conciencia. Esta Atenci�n global y esclarecedora disipa todo lo que aparece en el espejo de la mente sin dejar ning�n residuo en la memoria.

En ese momento de �vac�o psicol�gico�, la noci�n de �yo� desaparece y, simult�neamente a la uni�n de nuestro ser, nos integramos en el Gran Todo. Debo se�alar tambi�n que la Atenci�n es la manifestaci�n de lo Sagrado que mora en nuestro interior ��nuestra naturaleza divina��, que, al iluminar la mente, disipa toda oscuridad y nos une a la Divinidad durante una fracci�n de segundo.

Una mente verdaderamente sana funciona s�lo cuando se la necesita; el resto del tiempo ha de estar en silencio, un silencio, o paz, del que nacen todas las bendiciones, espirituales y f�sicas. En ese instant�neo momento de quietud mental, el ego pierde sus energ�as, as� como su intr�nseca y ficticia importancia, y el cuerpo f�sico funciona a la perfecci�n, sin el estorbo de los pensamientos, ca�ticos y estresantes, que producen la vor�gine psicol�gica y fragmentan nuestra energ�a.

El entendimiento intuitivo es otro elemento importante en la pr�ctica del �Conocerse a s� mismo�. Cuando la mente est� en silencio, gracias a la iluminaci�n espont�nea que nace de una l�cida Atenci�n, la Chispa divina que existe en el interior de nuestro ser nos gu�a mediante impulsos intuitivos y resolvemos cualquier problema que se presente en nuestra vida de la mejor manera posible.

Sean cuales sean las circunstancias de la Vida en las que nos encontremos, �no comprometamos nunca, de ning�n modo, la Verdad objetiva! No recurramos nunca a crear un velo de mentiras para camuflar la realidad absoluta de la Verdad.

La Vida en su movimiento, siempre nueva a cada momento, es nuestra mejor maestra, ya que nos pone delante una serie de sucesos y fen�menos que hemos de afrontar y resolver. Y, como disc�pulos de la Vida, �c�mo respondemos? Nos limitamos a evitarlos o a rechazarlos; les oponemos resistencia o escapamos de ellos.

En realidad, todos los sucesos que la Vida pone ante nosotros en su eterno movimiento tienen el prop�sito de beneficiarnos y ense�arnos, luego es nuestro deber responder a ellos con una acci�n impersonal. Llevemos por tanto a cabo inmediatamente y con precisi�n lo que la Vida nos pide en cada momento, sin que interfieran en ello nuestros planes u objetivos personales, ego�stas por naturaleza.

Por �ltimo, el �Conocerse a s� mismo� nos exige algo m�s, una condici�n fundamental e indispensable: serenidad interior. Podemos conseguir esta beneficiosa armon�a sean cuales sean nuestras circunstancias; lo �nico que hemos de hacer es preguntarnos: ��Soy un ser total �cuerpo, mente y esp�ritu unidos� aqu� y ahora?�. Tambi�n en este caso, la Luz-Atenci�n nos ayuda a realizar la integraci�n de nuestro ser.

Otro factor esencial en el proceso de �Conocerse� es el ego, el �s� mismo personal�, la personalidad o conciencia superficial. Lo cierto es que el ego no es una entidad independiente, con una esencia y un contenido claramente definidos, sino que se limita a cumplir ciertas funciones de manifestaci�n en el ser humano.

As�, el ego piensa, imagina, juzga, eval�a, analiza, y acumula y atesora informaci�n, conocimientos y experiencias. Nos condiciona y nos atrofia; almacena cantidades ingentes de recuerdos que, a base de repetirse, adquieren car�cter permanente; debido a esta ficci�n, el ser humano acaba siendo prisionero de lo que recuerda, sabe o posee. 

El ego representa la falsa naturaleza del ser humano. Naci� de una interpretaci�n equivocada, cuando el individuo empez� a identificarse con su estructura som�tica, con la mente y con todo el contenido de la memoria.

Y a causa de esta interpretaci�n err�nea, toda la actividad de una persona se desarrolla dentro de la limitada perspectiva de un egocentrismo extremo. El �yo s�, �yo poseo�, �yo tengo� y �yo quiero ser� gu�an su actividad entera desde el momento de nacer hasta su �ltimo aliento. El ego no puede hacer nada sin una meta o prop�sito definidos; su centro de inter�s es su dios, que dirige todas sus acciones.

El ser humano nace con ciertas inclinaciones y aptitudes, que han influido en su existencia a trav�s de su larga sucesi�n de encarnaciones. La totalidad del pasado, desde hace incontables milenios, est� escrita en el ego del individuo. Existen por tanto en �l diversas cualidades y predisposiciones: por ejemplo, la dureza de la piedra, la astucia del zorro, la codicia del lobo y la ferocidad del le�n, que en el ser humano est�n todav�a m�s exacerbadas. De hecho, la crueldad humana supera con mucho a la de las fieras salvajes. Los animales matan s�lo para alimentarse, obligados por sus necesidades org�nicas, pero �por qu� mata el hombre? El canibalismo se practic� en tiempos muy remotos; sin embargo, el odio, la violencia y el asesinato entre los seres humanos han continuado y contin�an en nuestro mundo, supuestamente culto y civilizado. �Puede una mente sana encontrar alguna justificaci�n racional para todas las guerras a gran escala en las que, directa o indirectamente, participa casi la humanidad entera?

�Qui�n es el responsable de los conflictos o de las alianzas entre estados? ��Podemos culpar de ello a los l�deres, sedientos de gloria y fama?! Los l�deres no son m�s que una creaci�n de las masas de ciudadanos. Todos y cada uno de los miembros de una naci�n han contribuido, con sus energ�as puramente ego�stas, a que emergiera el l�der; la calidad moral del gobernante de un pa�s s�lo puede ser obra de la postura personal de sus ciudadanos.

La principal caracter�stica del ego es su incesante actividad ca�tica, con la cual crea un clima psicol�gico que atrae todas las desgracias que suceden en un pa�s o una regi�n del planeta. La ambici�n, la codicia, la mentira, la corrupci�n, la arrogancia, el orgullo y el odio son tan frecuentes en la vida cotidiana de todo individuo que se consideran lo normal, lo natural.

Se ha hablado extensamente sobre dichas deficiencias humanas desde tiempos inmemoriales, y, naturalmente, se han ideado toda una diversidad de pr�cticas para eliminarlas; pero siempre han fracasado, y no es necesario argumentar por qu�. Basta con echar un vistazo a lo que nos rodea, a nuestro entorno colectivo cotidiano, que se extiende a la regi�n o el pa�s en que vivamos y tambi�n, generalmente, a la superficie entera del planeta..., y la evidencia habla por s� sola.

Las religiones, as� como otras pr�cticas �todas ellas portavoces de promesas que nunca se cumplen�, demuestran por s� mismas que no han realizado ning�n cambio moral beneficioso en el ser humano que lo diferencie del hombre de la antig�edad. Al contrario, las religiones, con sus respectivos dogmas y rituales, separan a los seres humanos y crean a�n mayor enemistad entre ellos; y apreciamos id�nticos efectos al examinar las diversas teor�as y pr�cticas filos�ficas, cada una de las cuales ofrece la misma falsa promesa de transformar la psique humana. Ninguna de ellas ha creado otra cosa que m�scaras externas; eso s�, gracias a ellas nuestros contempor�neos han conseguido esconder su fealdad interior mejor de lo que pudieron hacerlo sus antecesores.

A la vista de los innegables resultados que tenemos justo delante de los ojos, ya que los hechos hablan por s� mismos, nos preguntamos hoy d�a: �cu�l ha sido su error fundamental?, �d�nde ha fallado su perspectiva?

La respuesta es que todos los adeptos de una fe religiosa o de cualquier otro tipo de pr�ctica intentan realizarse con la ayuda de la mente, o el ego. Y la mente no puede transformarse a s� misma de un modo radical, s�lo producir cambios superficiales, que le clan una apariencia enga�osamente renovada. El practicante crea una m�scara protectora y esconde tras ella su fealdad interior, una m�scara psicosom�tica que no es sino una degradaci�n a�n m�s terrible: la m�scara de la hipocres�a. 

�Conocerse a s� mismo� no es una fe, ni un m�todo que se haya de practicar a fin de obtener cierto resultado, alcanzar una meta, cumplir un prop�sito o lograr un ideal. Como he mostrado desde el principio, la pr�ctica del �Conocer� empieza por �Lo que Es�, por lo que aparece en el espejo de la mente: pensamientos, im�genes, deseos...; en resumen, todas las manifestaciones del ego. Alumbrarlas con la Luz de la Atenci�n las disipa por completo.

En la sencillez de este encuentro, los residuos de recuerdos �que nos han tra�do a la actual encarnaci�n� desaparecen, y este fen�meno conduce finalmente al estado de Liberaci�n y a la integraci�n del ser humano.

Para que entendamos mejor el significado de este sencillo encuentro con nosotros mismos, recordemos que el ego est� �ntimamente conectado con el deseo; es decir, que sin deseo, no hay ego, y sin ego, no hay deseo. El deseo es la fuente del ego, y adopta m�ltiples formas y aspectos, a cada cual m�s astuto. Es importante subrayar que no existe el deseo santo ni nada que se le parezca, como muchos quieren hacernos creer; y la raz�n es que, sea cual fuere el objeto deseado, cada deseo oculta un miedo en su sombra: miedo a fracasar, por ejemplo, a no ser lo bastante virtuoso o a perder lo que uno tiene.

Pero el miedo y la santidad son dos dimensiones muy distintas; la presencia de la una excluye a la otra por completo.

Para que podamos descubrir la Verdad Absoluta, conviene mencionar tambi�n que dicha Verdad es indivisible. El fragmento de la Verdad que existe en nosotros tiene las caracter�sticas de la Verdad Total, de la que nunca se ha separado ni desvinculado. S�lo encontr�ndose con la Verdad puede el practicante transformar radicalmente la imperfecci�n caracter�stica del ser humano que vive en un estado de �s� mismo personal�.

As� pues, este sencillo encuentro con �nuestra naturaleza divina� es, adem�s, una acci�n beneficiosa-transformativa, exenta de cualquier forma de af�n, b�squeda o imaginaci�n.

No te contentes con un mero entendimiento intelectual, ya que ser� un entendimiento relativo y absolutamente perjudicial, que no har� sino fortalecer la autoridad del ego. Con perseverancia y diligencia, haz realidad en ti la comprensi�n intuitiva a la que cada verso simplemente apunta�, por tu experiencia personal, directa, borrando por completo el bagaje de recuerdos o la presencia del autor. 

                                                                                                                                   ILIE CIOARA


 

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LA OPINI�N Y LA VERDAD

 La opini�n es un pensamiento vano, falto de contenido,
creado por el intelecto bas�ndose en el pasado,
alimentado por la masa de residuos mentales
que cristalizan formando el ego y sus mezquinos valores.

 Siempre es limitada y conflictiva;
por su propia naturaleza, crea desacuerdo:
habr� tantas opiniones como egos haya, basadas
en los respectivos condicionamientos.
El pasado crea opiniones y su significado subjetivo.

 La Verdad, en esencia, es completamente distinta.
Por obra suya, el ser humano se ve absorbido
psicol�gicamente en lo Infinito.
Cara a cara con �Lo que Es�, en perfecta sencillez,
experimentamos la Verdad Sagrada y su Realidad.

 S�lo en el silencio de la mente, la Verdad se
apodera por completo de nuestro ser.
Cuando el tiempo y el espacio se desvanecen
en el �vac�o de la memoria�,
todos vemos la misma Verdad, sin ninguna diferencia:
se revela a trav�s de s� misma como efecto natural
.
 

 

La opini�n, el punto de vista, el concepto, la idea o la creencia no son m�s que pensamientos vanos, sin ning�n contenido. La opini�n no es sino una creaci�n intelectual basada en im�genes extra�das de la masa de residuos de la memoria.

Iniciar una opini�n �as� como todo su contenido� hace que cristalice, de hecho, la actividad del �s� mismo personal� y sus mezquinos valores relativos.

Y dado que cualquier opini�n es personal, limitada e incierta, es tambi�n conflictiva. Cada vez que surja, se enfrentar� a otras opiniones, atendiendo a la percepci�n subjetiva del individuo.

Hay tantas opiniones como personas en esta Tierra�, personas que funcionan como ego, como entidades separadas creadas por el condicionamiento.

* * * * *

La Verdad Absoluta es completamente distinta en su esencia. Es completamente independiente de las acumulaciones de la memoria, y por lo tanto no est� influenciada ni por la ciencia ni por la cultura. Creada por s� mima y a trav�s de s� misma, no tiene principio ni fin. Su existencia es continua y se manifiesta eternamente como Perfecci�n.

Todos los seres humanos que experimentan esta Verdad la perciben como algo �nico. De hecho, en el Universo ilimitado, s�lo la Verdad puede afirmar �Yo Soy�. Tambi�n podemos llamarla Dios, Energ�a Primordial, la Fuente de todas las Fuentes, etc�tera.

S�lo hay una manera de encontrarla: cuando el individuo se queda en silencio, humildemente, por haber comprendido la magnitud de su impotencia, entonces y s�lo entonces �en la Paz del Alma� la Verdad se revela como aquello que existe en nosotros y en todos los rincones del Universo. En otras palabras: en este �vac�o psicol�gico�, la Divinidad existente en nuestro interior revela la Divinidad existente en todo cuanto est� contenido en la inmensa Infinitud.

La mente del experimentador se queda en silencio cuando la ilumina la llama de una l�cida y omn�moda Atenci�n.

 

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"Quien busca, encuentra"... por eso, los buscadores, siempre buscan, incansablemente.

 

 

 

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"Que la Humanidad constituya vuestro campo de servicio y pueda decirse de ustedes que, conociendo los hechos espirituales fueron parte din�mica de los mismos, que no se diga que conoc�an estas cosas y no hicieron nada ni se esforzaron por hacerlo. Tampoco permitan que el tiempo se deslice cuando trabajan."                                            

                                                                                                                              Maestro Tibetano Djwhal Khul